martes, 20 de julio de 2010
¿El surf es para todos? - Por Nicholas Moramarco
>> Ya hemos entrado en plena época estival y las playas se han convertido, una vez más, en hervideros de muchedumbre buscando su rayo de sol, su granito de arena, su ola perfecta. Me incluyo, ya que tengo hijos y la playa sigue siendo opción nº 1 durante los fugaces meses de verano en el norte de la península ibérica. Los que frecuentamos las playas durante los 12 meses del año a veces nos sentimos como si tuviéramos que "compartir" algo nuestro durante julio y agosto, y muchas veces hasta nos indignamos por el hecho de estar rodeados de gente procedente de todos los rincones en los sitios donde muchas veces nos encontramos solos con nuestras tablas, pensamientos y ganas de olvidar el mundo terrestre. Esto se complica más si añadimos el factor escuelas de surf al cóctel playero estival. Sabemos que las olas bien surfeables escasean en verano y que no hay buenas olas todos los días y menos aún en todas las playas. Al final es mejor aceptarlo y proceder como alguien que sabe un secreto...
>> ...Actuar de forma astuta, acudiendo en busca de olas con precisión calculada y muchas veces eligiendo el camino menos transitado: véase no acudir a Liéncres un domingo de agosto con 25 grados a las 13:30 con el coche cargado hasta los parabrisas con ansias de encontrar el deseado spot para estacionar el monovolumen. No. Esto sólo contribuye al desencanto y no es aconsejable para la salud. Yo voy a clases de surf en verano. Todos los miércoles de julio y agosto llevo a mi hijo a la playa con su tabla, traje, e ilusión de coger la mejor ola de su vida. Yo comparto su ilusión pero a veces quiero decirle que esto no es el surf, que realmente puedes buscar olas buenas y solitarias, que a la playa en verano hay que estar de vuelta a casa para las 9:00…pero me callo cuando veo su cara al coger las cosas para ir a clase. Y claro, sabemos que en Cantabria el viento suele levantarse sobre mediodía y que no cesa hasta el atardecer y que seguramente hoy nos tocará luchar contra el viento mientras llevamos las tablas en el largo y hermoso camino que lleva desde Mogro a Liencres cruzando la ría. Sé que la marea de hoy está arriba lo cual no permitirá a mi pequeño mucho espacio para ponerse de pie y menos aun para recorrer la “ola”. Pero esto también me lo callo. La anticipación sobrepasa la posible desilusión.
El camino se hace al andar, ¿no? Pues eso, me adentro en el presente ahuyentando todos los pensamientos que me llevan a pensar que esto no va a ser divertido, y camino. Caminamos. Cuando llegamos al otro lado -efectivamente: olas orilleras y viento que destrozaría la falda de la mismísima Monroe -pero no importa. Surfeamos como podemos y ya está. La sonrisa que veo me recuerda que el mejor es el que mejor se lo pasa. ¿Para qué amargarse?. Ya de vuelta hablo con un amigo -padre- en la misma situación que yo que afirma que las escuelas hacen un efecto positivo para la población de surfistas: hace que disminuya. Claro, el surf es un deporte que requiere mucha entrega y dedicación antes de poder disfrutarlo. Cualquiera que surfea recuerda los primeros baños (no uno o dos, sino decenas) donde pasamos más tiempo debajo del agua dando vueltas que siquiera cerca de la tabla -esto sin mencionar llegar a surfear. Salimos del agua pensando “esto no es para mí” y quizás muchos lo dejaron allí. Pero siempre habrá quién supere las masas de verano, los vientos complicados, las orilleras y la imposibilidad de ver la luz para seguir. Serán pocos los que tengan la suerte de averiguar el “stoke” de verdad y que se pongan el traje en pleno invierno haciendo malísimo para hacer algo que parece no tener sentido y estos llenarán las playas de mañana con sus hijos, aún con viento, masas, y malas olas, intentando compartir lo indecible...
"Everybody’s Gone Surfin…" - The Beach Boys
Padres e hijos pueden crear con el surf estrechos vínculos en muchos casos para toda la vida
visto en surfcantabria.com